02 marzo 2014

La disonancia cognitiva, una mala compañera

Ya estamos con las tonterías de nuevo... pero no. Dadme un par de minutos de vuestra ajetreada vida y os lo explico. Es que últimamente sufro disonancia cognitiva, propia y ajena. Y lo he descubierto hace relativamente poco. En realidad he descubierto la palabra técnica, porque el efecto será bien conocido por todos.

Disonancia cognitiva. Dice la wikipedia y por tanto, es lo que creemos la mayoría, con independencia de que sea cierto o no, que es "la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes".

Este ladrillo, viene a decir que las incoherencias entre lo que creemos o pensamos y la realidad, nos genera un conflicto. Y para eliminar esta situación de estrés mental, nos engañamos a nosotros mismos con una justificación. Ahora sí. ¿Lo habéis sufrido todos? Bienvenidos. En definitiva, la disonancia cognitiva es una alarma que nos advierte de desacoplamientos entre causas y efectos, entre patrones a priori comprendidos y aceptados pero que la realidad destroza por lo que nos vemos "obligados" a justificarlos (autojustificarnos). Nosotros nos encargamos de enderezar ese defecto creando una justificación suficientemente creíble... aunque sea solo para nosotros. Vaya, que nos hacemos trampas en el solitario. Son las limitaciones que nos impone la plasticidad cerebral y tenemos que luchar contra ellas.

Aunque es una respuesta defensiva y en principio beneficiosa, es un peligro. Conviene conocer esta trampa del cerebro y al menos, reconocer que se está produciendo por, como poco, varios motivos.
- Porque si somos capaces de detectarla, seremos capaces de aprender y darnos cuenta de que hay alternativas, otras soluciones y quizá mejores o al menos caminos diferentes que pueden ser recorridos sin miedo. Se trata de una sucia artimaña del cerebro para que nos sintamos mejor, no lo olvidemos. Pero que nos sintamos mejor no significa que sea mejor.
- Porque es la única manera de no autoengañarnos, de no mentirnos de manera inconsciente o de hacerlo pero conscientemente. Es probable que sigamos cayendo en ella, pero será el primer paso para poder superarla.
- Porque aunque nosotros nos creamos que la justificación es excelente, suele ocurrir que es solamente en nuestra mente y que hacia los demás, suena exactamente a eso, a una justificación. Es un mal muy habitual en demasiados debates que se pueden ver en la televisión en los que cada uno defiende su punto de vista, sin argumentos sólidos... ¿quizá esté yo sufriendo también esa disonancia?
- Porque impone límites que nos impiden ver más allá. Y ya hablamos de innovación. 
Y como no, en el marketing saben de sus beneficios.. y de la necesidad de reducir la disonancia cognitiva. Algo estrechamente relacionado con las expectativas. Las propias marcas nos dan la justificación, potencian nuestra sensación de haber acertado con la compra. Es la mejor manera de ponernos el camino fácil para evitar los efectos negativos de la disonancia cognitiva, para justificarla o al menos tolerarla: "porque tú lo vales", "yo no soy tonto", "otros lo han logrado antes que tú", etc.

Así que pongamos cuidado en evitar y reconocer este fenómeno y sobre todo en no generarlo con el desacoplamiento entre nuestras conductas y palabras, porque puede ocurrir que aunque uno crea que su extraña o inexplicable acción está justificada, es probable que suceda que no ante los ojos del resto del mundo. Puede importarte poco o nada, eso es decisión tuya, pero no te engañes.

Una vez más, la coherencia y el ejemplo como "buenas prácticas" para evitar generar en los demás disonancias cognitivas.

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