12 junio 2013

Comunicación y empresa

En el blog se tocan muchos temas relacionados con la gestión empresarial y de proyectos. Desde finanzas, estrategia y marketing a personas y equipos, pasando por operaciones; de planificación y de ejecución. Pero hasta ahora nunca te he hablado de algo que es también fundamental, de comunicación.

Como me habrás leído en más de una ocasión, creo en la planificación como piedra angular de la gestión y elemento fundamental para la ejecución de la estrategia; creo en los equipos como la pieza clave de los proyectos; creo que las personas son el motor de las empresas. Y lo creo firmemente porque lo he vivido, habiendo comprobado cada una de estas creencias y por tanto, siendo para mí, realidades.

Pero también he comprobado que para que la estrategia se pueda implementar adecuadamente y no se quede en los niveles celestiales de las empresas, para que los equipos funcionen, para que los proyectos salgan adelante y las personas puedan comprometerse, todo lo que se hace debe ser entendido. Y para ello, no hay otra manera que comunicando. 

Si a estas alturas aún no estás convencido de la importancia de la comunicación, piensa un momento en la cantidad de líos en los que te has metido por el mero hecho de no haber comunicado algo o haberlo hecho de manera incorrecta o incompleta. A mí, me vienen a bote pronto decenas. Y ya no hablo en el ámbito profesional donde solemos ser más precavidos, sino en el personal. Ahora ya, deberías estar convencido.

Comunicar es la manera que tenemos de relacionarnos y transmitir información entre nosotros, ya sea a nivel individual o corporativo. Desde informes anuales, a comunicados internos, correos electrónicos, sms, "guasaps", llamadas telefónicas, charlas, conferencias. Sí, pero también sin usar ni una sola palabra, ni hablada ni escrita. Los gestos en nuestra cara, pequeños sonidos, el movimiento de nuestras manos, la postura que se adopta, la rigidez del cuerpo, muecas casi imperceptibles; el tono, el ritmo, pausas, la longitud de las frases. Todo el paralenguaje y el lenguaje corporal forma parte de la comunicación. De hecho, muchos sostienen que es imposible no comunicar, porque todo es comunicación, lo que se hace y lo que no se hace, lo que se dice, lo que no se dice y cómo se dice. Yo lo comparto.

En esto de la comunicación no verbal, en particular, de las expresiones faciales casi imperceptibles, el gran maestro es el Dr. Cal Lightman (Tim Roth, en la serie "Miénteme")... siempre con el permiso de la madre de cada uno. Da igual que intentes disimular, cualquiera de estos dos expertos te cazará porque las palabras pueden ir por un lado y el lenguaje no verbal por otro. Ten por seguro que el segundo pesa más y es más fidedigno si se sabe interpretar. De hecho, creo que a todos nos ocurre en alguna ocasión, que sospechamos cuando nos mienten o simplemente cuando una historia contada por alguien no nos cuadra. Inconscientemente, interpretamos los gestos y es su incoherencia con las palabras la que hace saltar nuestros resortes de "la máquina de la verdad".

Vuelvo al mundo empresarial y los proyectos. La comunicación es un arte difícil de manejar, porque, como ves, entran en juego muchos elementos. En el mundo de la gestión de proyectos, la comunicación, como no podía ser de otra forma se planifica. Pero se planifican únicamente los canales, el tiempo y forma a través de los que cada interesado debe recibir la información. Y se revisa a medida que se detectan posibles mejoras o ineficiencias. Pero hay algo no planificable donde reside la clave del éxito: la parte intangible del cómo se comunica. 

¿No te ha pasado al escribir un correo electrónico que una vez escrito lo has corregido por "el tono" no acababa de convencerte? ¿O has tenido algún malentendido porque alguien se ha sentido molesto con un comentario sin intención tuyo? Seguro que sí. Insisto, es un arte al alcance de unos pocos privilegiados a los que envidio.

Hoy quería únicamente reflexionar sobre la importancia de la comunicación en el mundo empresarial y en el de la gestión de proyectos. A menudo, no nos paramos a pensar detenidamente en la fuerza que las palabras tienen sobre nuestros receptores. 

He vivido muchos casos en los que la comunicación podría haberse mejorado sustancialmente. Y estoy seguro (aunque no lo sabremos nunca) que los resultados hubieran sido diferentes. Demasiado a menudo en las empresas, se toman decisiones que afectan a todas las personas y que apenas se comunican o, pero aún, se hace de manera terrible. Quizá sean decisiones excelentes pero al comunicarse inadecuadamente, no se entienden y así difícilmente se compartirán o asumirán como propias.


Y ni que decir tiene la importancia de la comunicación corporativa hacia el exterior. Cada día con más fuerza, los Dircom adquieren protagonismo. No puede ser de otra manera. Según la empresa comunique, así serás percibida. Es una tema complejo, porque la comunicación corporativa no es solo el informe anual o un comunicado puntual. Tiene que ver, al igual que entre personas, con lo que se dice y con el cómo se dice. Y con la consistencia del mensaje, con el propio comportamiento empresarial. No vale decir somos responsables y después provocar desastres ambientales por doquier sin escrúpulo alguno, por poner un ejemplo. 

La comunicación es necesariamente una cuestión transversal en el mundo empresarial que requiere de la integración de muchas áreas de la empresa, pero sobre todo de estrategia y coherencia que orienten el rumbo a seguir. Porque, sí, la comunicación es estratégica. 


Cada día que pasa me convenzo más de la necesidad de que las empresa funcionen orgánica y acompasadamente como un todo, en la que todos los departamentos, muchas veces estancos, sean permeables y escuchen y miren al de lado. La comunicación, la estrategia, el marketing, las operaciones, las finanzas, la innovación deben estar articuladas en orden y concierto para que la música suene de acuerdo a la partitura y se puedan escribir muchas otras. Cada una las hará sonar a su personalidad, por supuesto, al igual que los directores de orquesta imprimen la suya a cada pieza. Pero, así, sonará bien.

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